domingo, 7 de junio de 2009

HOLOINSPIRACION

HOLOINSPIRACION
Desarrollo natural de la Creatividad

Retomamos esta actividad complementaria, como experiencia periódica ofrecida a quienes no disponen de tiempo para talleres programados o prácticas avanzadas de Holodinamia o Neo-Intuición. Se trata de reuniones independientes de 2 horas basadas en las dinámicas de Meditación Integrada creadas por Miguel Grinberg y ampliamente descritas en otra sección de este blog.









Vivimos acechados por una realidad que no es realidad alguna: es un espejismo, una suma de efectos seudo-culturales que nos distancian de nuestro ser verdadero.
Al mismo tiempo se acelera una crisis emocional y estructural del mundo circundante debido al resquebrajamiento de tal artificialidad colectiva.
La realidad real es al mismo tiempo traslúcida y opaca: sólo nuestra percepción refinada puede determinar qué es qué, cuándo es cuándo, cómo es cómo, y cuál es el potencial de nuestro único caudal de vida y de afecto.

LA SABIDURÍA

PRAJNA, la sabiduría. Es posible que en otro idioma esta palabra tenga un significado ligeramente diferente. Pero el término en tibetano, sherab, tiene un significado preciso: she quiere decir conocimiento, conocer, y rab quiere decir esencial, por lo que sherab significa el conocimiento primordial o primero, el conocimiento más elevado. Así pues, sherab no es un conocimiento concreto en un sentido técnico o educativo de conocer la teología del budismo, o de saber cómo hacer determinadas cosas, o de dominar el aspecto metafisico de la enseñanza. En este caso, conocimiento significa conocer la situación, capacidad de conocer más que conocimiento real. Se trata de un conocimiento sin intervención del ego, sin esa conciencia egocéntrica de que uno conoce, que está relacionada con el ego. Por eso, este conocimiento —prajna o sherab— es amplio y perspicaz, y al mismo tiempo es enormemente penetrante y exacto, y toca todos los aspectos de nuestra vida. Por lo tanto, desempeña una función muy importante en nuestro desarrollo, como el método, upaya, que es el medio más adecuado para enfrentarse a las situaciones. Estas dos cualidades, de hecho, se comparan a veces con las dos alas de un pájaro. En los textos sagrados también se describe el upaya como una mano, con su habilidad, y el prajna como un hacha, porque es aguda y penetrante. Sin el hacha, sería imposible cortar madera, tan sólo conseguiría uno herirse la mano. Es decir, se puede contar con los medios adecuados sin ser capaz de llevarlos a la práctica. Pero si también existe el prajna, que es como un ojo, o como la luz, entonces uno es capaz de actuar de manera apropiada y habilidosa. De otra forma, los medios adecuados serían ridículos, porque sólo el conocimiento le hace a uno sabio. De hecho, contando sólo con el upaya se volvería uno el más grande de los necios, porque todo seguiría basándose en el ego. En ese caso, vería uno la situación hasta un cierto punto y podría enfrentarse a ella de forma parcial, pero no la vería con claridad y con independencia del pasado y del futuro, y se perdería el ahora inmediato de la situación.
Pero tal vez deberíamos analizar cómo desarrollar esta capacidad de conocimiento, o sherab, antes de dar una explicación más detallada. Existen tres métodos necesarios para cultivar el sherab: se conocen, en tibetano, con los nombres de töpa, sampa y gompa. Töpa significa el estudio del sujeto, sampa significa contemplarlo, y gompa quiere decir meditar y desarrollar el samadhi (estado de conciencia supremo) gracias a él. En primer lugar, pues, se encuentra töpa, el estudio, que se relaciona normalmente con el conocimiento técnico, la comprensión de los textos sagrados y demás. Pero el conocimiento verdadero va mucho más allá, como ya hemos visto. Y el primer requisito para el töpa es desarrollar una especie de valor, convenirse en un individuo de gran osadía (luchador). Hemos mencionado este concepto con anterioridad, pero quizá estaría bien volver a él con más detalle. Cuando el auténtico luchador se dirige a la confrontación, no se pone a pensar en su pasado ni a recordar su grandeza y su fuerza anteriores, ni fantasea con las consecuencias futuras, ni tampoco alberga pensamientos de victoria o derrota, de dolor o muerte. El luchador más grande se conoce a sí mismo y tiene una gran confianza en sí mismo. Tan sólo es consciente de su adversario. Es bastante abierto y se muestra plenamente consciente de la situación, sin pensar en términos de bueno o malo. Lo que le hace un gran luchador es el no tener opiniones: él tan sólo es consciente. Sin embargo, sus adversarios, emocionalmente atrapados por la situación, no serán capaces de enfrentarse a él, porque actúa de forma verdadera, navega a través del miedo de su “enemigo” y es capaz de atacarlo con éxito. Por lo tanto, töpa --estudio y comprensión-- requiere la categoría de un gran luchador. Uno debería intentar desarrollar el conocimiento teórico sin pensar en el pasado ni en el futuro. Al principio, las propias teorías pueden estar inspiradas por la lectura de libros, por lo que no hay que rechazar, sin más, el aprendizaje y el estudio, que son muy importantes y que pueden proporcionar una fuente de inspiración. Pero los libros también pueden convertirse en un simple medio de escaparse de la realidad; pueden proporcionar una excusa para no tener que esforzarse de verdad en analizar uno mismo las cosas. Leer puede llegar a ser lo mismo que comer. Hasta un cierto punto, se come por necesidad física, pero más allá de ella se come por placer, porque nos gusta el sabor de la comida, o incluso para pasar el tiempo, ya sea el que se dedica al desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena. En el desarrollo del sherab, está claro que no leemos sólo para acumular información. Debemos leer con una mente muy abierta, sin hacer juicios, y tratar de recibir. Se puede establecer una comparación con el caso de un niño que está en una juguetería. Le interesa tanto todo que se vuelve loco con todos los juguetes de la juguetería, y al final le resulta muy difícil decidir cuál comprar. Pierde incluso el concepto de tener una opinión, como la de «quiero comprar esto, no quiero comprar eso». Se vuelve uno con todo a tal grado que es incapaz de decidir. El aprendizaje debería ser así, sin opiniones («Me gusta esto, no me gusta eso»), tan sólo aceptando, no porque esté en los textos sagrados o porque lo diga un maestro y haya que admitirlo como una autoridad, ni porque no tenga uno derecho a criticar, sino aceptando con una apertura total, sin obstáculo alguno. Por eso hay que leer, estudiar y desarrollar a partir de ahí una especie de inspiración. Se puede obtener mucho de toda clase de libros, pero hay un límite, y cuando uno ha desarrollado una especie de inspiración general y de confianza en sí mismo, debe dejar de leer. Esta es la primera etapa de töpa, en la que uno trabaja sobre la teoría. A menudo sucede en un determinado momento que esta teoría adopta casi la forma de la experiencia, por lo que uno puede sentir que ha alcanzado un estado de éxtasis espiritual o de iluminación. Se experimenta una gran emoción y casi se siente que se ha visto la Realidad tal cual. Es posible, incluso, que se sienta uno tan entusiasmado, que hasta empiece a escribir grandes ensayos sobre el asunto. Pero en esta fase debe tener uno mucho cuidado e intentar evitar darle mucha importancia a la creencia de que se ha realizado un nuevo y maravilloso descubrimiento. (Chögyam Trungpa)


TALLER PERMANENTE 2009


A medida que se completa la primera década del siglo XXI, se vuelve más y más obvia la obsolescencia de una cantidad inmensa de certidumbres que fueron útiles durante el siglo XX, pero que ahora resultan insuficientes o inservibles. Enviamos a nuestros hijos a instituciones “educativas” donde no se cumple la máxima premisa de la pedagogía genuina: el estudiante no es un recipiente para llenar sino una lámpara para encender. Peor todavía: se trata de motivarlos con referencias a un mundo que ya no existe o está dejando de existir. De allí la epidemia de “déficit de atención” y de “hiperactividad”, ante la cual sólo se atina a saturarlos con agentes químicos sedativos. Y patéticamente, gran parte de la población adulta padece síndromes de análogos trastornos.

Todo ello coincide con una notoria inestabilidad socio-económica donde los empleos se precarizan y ramos enteros de la industria y el comercio se desintegran y proyectan a miles de hombres y mujeres al mundo hostil de la desocupación. No obstante, existen recursos y opciones basados en el uso sagaz del tiempo, de la energía vital y de la capacidad de imaginar.

La creatividad y la inspiración pueden ser estimuladas a fin de abrir accesos ilimitados a la expansión de la conciencia humana en marcos de referencia donde la intuición y otros amplios dones psíquicos que ya están en nosotros esperan simplemente que los estimulemos.

La creatividad es definida como la capacidad de percibir nuevas posibilidades y convertirlas en fuerza motriz de situaciones no experimentadas antes. Cuando uno trasciende las vallas de una situación problemática o carente de estímulos, y su inspiración lo impulsa a poner en práctica una alternativa, se producen cambios inesperados.

En una situación de atascamiento social, vocacional o afectivo, se llama creatividad al don de discernir la raíz de un problema, tener una idea original, proyectarla hacia la realidad cotidiana, y abrir rumbos para resultados inéditos. Hay integrantes de nuestra sociedad que actualmente están en condiciones de fomentar procesos donde su multipliquen sus oportunidades para desplegar la imaginación, la interacción fundacional y la experimentación compartida.

Un maestro espiritual ha expresado que cuando uno asume su yo auténtico, encarna la experiencia consciente de percibir extáticamente un sentido de urgencia y una pasión altruista que confluyen unificándose simultáneamente con la energía y la inteligencia que inician todo proceso creativo. Los seres humanos constituyen la única especie que experimenta una necesidad de innovar y crear cosas que son nuevas.

No hay otras especies con esta experiencia: una obligación de innovar y crear cosas que son inéditas y, por supuesto, esto se inició hace millones de años. Pero ahora sabemos que nuestra capacidad de innovar y crear ha tomado una velocidad vertiginosa.

Si alguna vez nos topamos con algún inspirado o superdotado o talentoso ingeniero, artista, poeta, científico, maestro espiritual o líder político, descubrimos a una persona que se halla apasionadamente comprometida con la creación de algo nuevo, en su presencia uno captará una sensación de urgencia extática: un debo hacer esto.

La holoinspiración constituye un recurso meditativo aplicado a “despertar” energías latentes que todo el mundo posee en su infraestructura psíquica. Todos somos potenciales artistas de la vida. Ha llegado el momento de ponernos en acción.


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